Finalmente conocí a mi padre, después de muchos años de vivir con él.
Y es que fue ahí, junto al mar, donde vi su ser auténtico, sin filtros.
Un metro ochenta de cuerpo moreno, antaño musculoso, ahora con los primeros signos de la vejez.
Cabello lacio que escasea, barba abundante, arrugas primerizas, ojos café colmados de vivencias.
Las manos gruesas, fuertes, callosas, memoria fiel de una vida de trabajo en el campo.
Es un coloso, ahora lo sé, que hoy que comienza a derrumbarse.
La fuerza de su espalda ahora es un mito hermoso que se disuelve entre las olas.
Y es que fue ahí, junto al mar, donde vi su ser auténtico, sin filtros.
Un metro ochenta de cuerpo moreno, antaño musculoso, ahora con los primeros signos de la vejez.
Cabello lacio que escasea, barba abundante, arrugas primerizas, ojos café colmados de vivencias.
Las manos gruesas, fuertes, callosas, memoria fiel de una vida de trabajo en el campo.
Es un coloso, ahora lo sé, que hoy que comienza a derrumbarse.
La fuerza de su espalda ahora es un mito hermoso que se disuelve entre las olas.
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