Cascada congelada, en la mirada vacía, de sol, de plazos, de
universos dorados y ficticios.
Nadar en la mañana, al mediodía, de noche, a
cualquier hora maldita, temblando, resbalándose del cuerpo al río.
Me digo que no puedo, y puedo hacerlo. Espero y desespero, escojo
las palabras que se rompen en palabras, en hielo, en lágrimas vacías, en fuegos
fatuos inmortales.
Soy un vago con la cara sucia, me digo que no veo y me veo
decirlo, ya me conozco, al menos.
¿Dónde están tus silencios y tus ojos?
Tu
voz y tu mirada, perdidos en el fondo, ahogados en el agua, en el fuego, en las
palabras muertas de este río.
Cansado de llorar me vuelvo arena, río desecado, terreno estéril, guerra perdida.
Hoy no pude dormir, ni lo haré nunca. Sigo nadando.
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