Ian McEwan | Amor perdurable

Después de varias semanas de no verse, Joe y Clarissa disfrutan de una hermosa tarde al aire libre. El campo y el vino son el complemento perfecto para un esperado reencuentro. Sin embargo, un suceso fuera de lo común termina con la armonía del momento y arrastra a la pareja hacia un terreno mucho más accidentado.
Los tripulantes de un globo aerostático, un niño y su abuelo, han perdido el control del artefacto. De pronto, el hombre mayor es expulsado del globo, dejando al niño a merced de los vientos. El propio Joe y otros cuatro hombres se lanzan a intentar el rescate. Los cimientos de este comportamiento inicial, impulsivo y altruista, se tambalean cuando la propia seguridad de los hombres se ve amenazada.
Este escenario caricaturesco se convertirá en el punto de partida de un experimento, un laboratorio de ideas en el que el autor reflexiona sobre los motivos de la conducta humana y sus consecuencias.
«El egoísmo también está escrito en nuestros corazones. Es nuestro conflicto de mamíferos: lo que dar a los demás y lo que conservar para nosotros».
La infausta conclusión del incidente persigue a Joe encarnándose en dos perseverantes verdugos. Por un lado la culpa (o la vergüenza ante el heroísmo ajeno) y, por el otro, Jed Parry, un fanático religioso que también participó en el rescate. Por razones tan peculiares como insondables, Jed Parry desarrolla una creciente obsesión con Joe, entrometiéndose cada vez más en la existencia de éste y su pareja.
Ian McEwan toma como pretexto la erotomanía, también llamada síndrome de Clérambault (un trastorno mental en el que una persona mantiene la creencia ilusoria de que otra persona, generalmente de un estatus social superior, está enamorada de ella), que sufre Jed Parry para acercarnos a la compleja naturaleza de la percepción, la memoria y el amor.
Más que una mirada objetiva, la memoria es un crucigrama incompleto. Para huir de la incertidumbre, el cerebro tiende a llenar los espacios vacíos que dejan los sentidos y el olvido. En ocasiones incluso, este proceso ocurre de manera consciente, como el mismo Joe relata:
«A lo largo de días y semanas, Clarissa y yo contamos muchas veces nuestra historia a amigos, compañeros y parientes. Me vi utilizando las mismas frases, los mismos adjetivos en el mismo orden. Era posible contar una y otra vez los hechos sin revivirlos lo más mínimo, sin recordarlos siquiera».
Hoy en día, la reciprocidad se asume como un valor fundamental en el amor de pareja. La doctrina de amar al(a) compañero(a) sin esperar nada a cambio tiene cada vez menos adeptos. Irónicamente, dado que los sentimientos de un erotómano no dependen de la reciprocidad del objeto de su obsesión, la duración de su enamoramiento se extiende de manera indefinida.
«¿Cómo amar sin poseer? ¿Cómo dejar que te quieran sin que te falte el aire? Amar es un pretexto para adueñarse del otro, para volverlo tu esclavo, para transformar su vida en tu vida. ¿Cómo amar sin pedir nada a cambio, sin necesitar nada a cambio?» 
El lado oscuro del corazón (película argentina).
Precisamos de la fe en los otros, tanto como de la confianza de los otros. Pero, ¿dónde están los límites entre la sana confianza y la fe ciega, entre la lucidez y la locura?
«Cuando ella [Clarissa] tenía doce años su padre murió de Alzheimer, y siempre ha tenido miedo de vivir con alguien que se volviera loco. Por eso eligió al lúcido Joe».