2016 – Epílogo

Aunque se dice que la mejor recomendación es el gusto personal, también es cierto que algunos tesoros se vuelven más valiosos cuando se comparten. Así pues, a continuación enlisto las lecturas (relecturas, en un par de casos) que me resultaron más plausibles en este 2016.

1.- «Correr con los Keniatas» de Adharanand Finn.
2.- «Kornél Esti: un héroe de su tiempo» de Dezső Kosztolányi.
3.- «Una semana en la nieve» de Emmanuel Carrère.
4.- «Solaris» de Stanisław Lem.
5.- «Plaga de palomas» de Louise Erdrich.
6.- «El hombre del salto» de Don DeLillo.
7.- «Sin sangre» de Alessandro Baricco.
8.- «Sumisión» de Michel Houellebecq.
9.- «Bajo el influjo del cometa» de Jon Bilbao.
10.- «Lo que el cerebro nos dice» de Vilayanur S. Ramachandran.
11.- «Cero K» de Don DeLillo.
12.- «Como una historia de terror» de Jon Bilbao.
13.- «Matadero cinco» de Kurt Vonnegut.

¡Feliz 2017!

La caja

Fue toda una aventura. Aunque se le parece mucho, esta caja no es un cubo.
Puedo presumir que la anterior no es una afirmación sin fundamento. En lugar de dormir, como Dios manda, me he pasado la noche corriendo entre los vértices. Angustiado, yendo y viniendo, igual que un insecto desorientado dando tumbos por el jardín. He viajado por todos los planos y dobleces del cartón corrugado. Áspera o lisa, no hay superficie dentro de este paquete que no haya visitado.
A pesar del cansancio resultante, en esta exploración detecté que las longitudes de al menos un par de aristas no concuerdan con las del resto; además de localizar algunas abolladuras recientes en las esquinas. Por lo tanto repito (que se escuche el redoble de tambores), la caja no es un sólido regular limitado por seis cuadrados iguales. No es un cubo.
Si bien dista de ser un consuelo definitivo, pensar en esta y otras cuestiones igualmente triviales (como tratar de adivinar el color del papel de envoltura, por ejemplo) me libera por algunos minutos de la más honda y agobiante de mis cuitas: ¿Qué soy?
Es natural que una pregunta así sacuda con violencia los cimientos de cualquier ente honorable. La conmoción es mayor en mí. Hallándome perdido dentro de la oscuridad de este embalaje, no me alcanzan las ideas para comprender los pormenores de mi existencia. Los sentidos, armas casi indispensables para este fin, permanecen allá afuera, despiertos en manos y ojos más afortunados.
Al menos sé que no estoy muerto y vivo a la vez, como aquel paradójico y famoso gato imaginario. Por fortuna, no soy el experimento de ningún físico. La conciencia está en mí cual el sueño de un fantasma, tan dispersa y manifiesta como el humo de un incendio cuando se atreve a arropar con volutas a las estrellas. Un misterio insondable pero evidente.
Sospecho que en el exterior, si bien en menor grado, mi tormento es compartido por otros. Al menos por un tiempo. La espera de los regalos y sus destinatarios llegará a su fin muy pronto. Con ello, en pocas horas, la curiosidad de todos quedará satisfecha.
Entretanto, el día sigue avanzando. Las intuiciones ajenas me inventan decenas de formas y contornos. Lanzan adjetivos rimbombantes en tanto, conjeturo, me señalan con el dedo. Especulan fabricando moldes vacíos, cortando trajes a medida de la incertidumbre colectiva.
Hay quien me ve como un balón de futbol, un flamante icosaedro cuyo volumen ha sido truncado para dejarle correr sobre el césped húmedo, mientras huye de dos hordas antagónicas. Emblemas, gritos infantiles, fama y goles; rugiendo entre pentágonos y hexágonos termosellados.
Las hipótesis cambian según la pericia de los ojos y los apetitos de quien mira. El cuerpo mullido de la lista se ensancha hasta dar cobijo a los deseos de cada uno los convidados. 
Desde una consola de videojuegos, un catálogo electrónico de monstruos con carne de píxel amoratado, a un clásico suéter tejido a mano.
Un rompecabezas de mil piezas.
Una fuente de chocolate.
Un ejercitador milagroso.
Un paquete de libros escritos por el reciente ganador del Premio Nobel de Literatura.
Un reloj de péndulo, reemplazo de otro ya olvidado.

¿Quién soy? Quizás la sonrisa de alguien más en la cara del otro. Un secreto, si es auténtico, no debe mirarse en el espejo.

Mientras la coloca bajo el árbol navideño, las paredes de la caja se arquean de manera casi imperceptible bajo la presión de los dedos del abuelo.


Vicente Javier Varas Bucio,

21 de diciembre de 2016.
¡Feliz Navidad!

Calaverita Tuitera 2016

Letras raras firma uno,
otro le hace al superhéroe,
uno es diablo y saca humo,
otro pregunta «¿Qué es duerme?»

Todos ponen a 'Pon dos'
de líder del sindicato,
para que se oiga su voz
aunque hayan muerto hace un rato.

«¡Que Dios los tenga en su gloria!»,
se escuchaba en su velorio.
Él, conociendo su historia,
los envió pa’l reclusorio.

Don Chamuco tenía influencias
pero hay nuevo director.
En la radio interferencia
suple a Erasmo el locutor.

Dicen que al primo de Batman
le dió un ataque kafkiano.
Que RuCo guarda la calma
quizás porque no es humano.

Ni spray antitiburones,
ni «Cuentos de un hombre solo»,
ni «ene efe ele» a montones.
¡Sálvenlos, se los imploro!

'Pon dos' da 'Likes' en el Limbo
por toda la eternidad.
Ahí encontraron al gringo,
a Trump, y a su vanidad.



Noble Nobel (Calaverita a Bob Dylan)

Bob Dylan se nos ha muerto,
leyenda y compositor.
Seguro en este momento
anda «Knockin' on Heaven's Door».

«Lo ha matado un escritor»,
sospechan uniformados.
«Y hasta derechos de autor
por el crimen ha cobrado».

¿Philip Roth, Milan Kundera,
Amos Oz o Murakami?
¿Asesinos de carrera?
¿O candidatos al Grammy?

Nadie sabe, nadie supo,
quién lo mandó hacia la tumba.
Ni si ya toca su grupo
abajo en las catacumbas.

Mientras tanto, Dylan sigue
pendiente de otros asuntos.
Dejó plantada a la Parca
en tierra de los difuntos.

«Esa clase de desplantes
no están bien en un fantasma»,
dijo la Muerte, tajante,
casi perdiendo la calma.

«Tengo que darte un aviso,
me lo piden con urgencia»,
insistió con el occiso,
agotando su paciencia.

—¿Me requiere la Academia?
¿Sigue insistiendo la Sueca?
—Es otra la que te premia:
«La Academia» en TV Azteca.

Noble Nobel el de este año.
O, tal vez, no ve el plebeyo.
Algunos huelen amaño,
otros validan el sello.

«Like a Rolling Stone» se canta
en el Cielo y el Infierno.
La Calaca se levanta,
Lucifer menea los cuernos.

Testigo confundido

Llevando cada cual el recuerdo de una península en el corazón, el español y el italiano acudieron puntuales a la cita. Ante el único testigo, una mujer con ojos de fuego y ágiles manos, manchego y parmesano se fundieron en un abrazo, como sólo pueden hacerlo los quesos de categoría.

Decimosexta participación en el blog literario Cincuenta palabras. Publicada el 14 de septiembre de 2016.

Babel: El hijo del conserje

Me paso el día entero jugando con el ascensor. Pulso números al azar en el tablero. Voy por los pasillos del edificio escuchando detrás de las puertas numeradas. Aprendo palabras en swahili, japonés, alemán e inglés. Nadie se entiende con otro. Quizás por eso nunca se enteraron de mi muerte.

Decimoquinta participación en el blog literario Cincuenta palabras. Publicada el 19 de agosto de 2016.

Palíndromo Polar


Palíndromo. Río 2016.


Gabriel sherpa

Cruzar la cascada de hielo y los campamentos. Aferrarse a las cuerdas hasta coronar el Everest sin la ayuda de sus alas de ángel, igual que cualquier mortal. En la cima, atreverse a besar a la diosa del cielo y reír como un hombre: el sueño más grande jamás cumplido.


Decimocuarta participación en el blog literario Cincuenta palabras. Publicada el 20 de julio de 2016.

Quasimodo

Temo salir a la calle, más cuando ha llovido. No me gusta ver mi reflejo en los charcos. La gente corre y grita al toparse conmigo. No entiendo, cada tarde miran mi rostro en la pantalla. Soy actor de la teleserie de las tres, los besos no son de verdad.


Decimotercera participación en el blog literario Cincuenta palabras. Publicada el 20 de junio de 2016.

Gali y Matías

Incrédula, la puerta cruzó las luces, subió el hombre y encendió los peldaños de la escalera. Dentro de su mujer, la ducha se reía a carcajadas bajo el cuarto de baño. La ventana estaba deshecha, aún tibia. Había camas regadas por el suelo. Las ropas estaban empañadas. Lamentablemente, todo encajaba.



Duodécima participación en el blog literario Cincuenta palabras. Publicada el 21 de mayo de 2016.

Vacaciones pagadas

Aspirando la brisa del mar se aclaró los pulmones. Entre todas las siluetas arrellanadas en el muelle reconoció a una. Pasmado, se acercó para dirigirle la palabra:
—¡Amigo, no puedo creerlo! ¡Me dijeron que habías muerto!
—Gente bien informada. A mí, en cambio, otros me aseguraban que tú seguías vivo.


Undécima participación en el blog literario Cincuenta palabras. Publicada el 19 de abril de 2016.

Semana 40: maniobras

Cambian su dirección de vuelo cuando el líder lo indica. Basta el movimiento de una de sus piernitas y la bandada entera rectifica el rumbo, esbozando contra el cielo un garabato. La comunidad científica no sale de su asombro. La cigüeña ha perdido su empleo. Los bebés tienen alas propias.


Décima participación en el blog literario Cincuenta palabras. Publicada el 17 de marzo de 2016.

Reacción en cadena o el motín de la masa crítica

En las bancas del parque, los ancianos descansan mientras los niños corren tras un centenar de palomas. Sólo son seres oníricos que la estatua de bronce sueña para no olvidar. La soledad del fuego comenzó aquel día en que el sol de plutonio acabó con el tiempo de los hombres.

Mi novena participación en el blog literario Cincuenta palabras. Se publicó el 15 de febrero de 2016.