Cruzar la cascada de hielo y
los campamentos. Aferrarse a las cuerdas hasta coronar el Everest sin la ayuda
de sus alas de ángel, igual que cualquier mortal. En la cima, atreverse a besar
a la diosa del cielo y reír como un hombre: el sueño más grande jamás cumplido.
Decimocuarta participación en el blog
literario Cincuenta palabras. Publicada el 20 de julio de 2016.
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