Aspirando la brisa del mar se
aclaró los pulmones. Entre todas las siluetas arrellanadas en el muelle reconoció
a una. Pasmado, se acercó para dirigirle la palabra:
—¡Amigo, no puedo creerlo! ¡Me
dijeron que habías muerto!
—Gente bien informada. A mí, en
cambio, otros me aseguraban que tú seguías vivo.
Undécima participación en el
blog literario Cincuenta palabras. Publicada el 19 de abril de 2016.
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