Bob Dylan se nos ha muerto,
leyenda y compositor.
Seguro en este momento
anda «Knockin' on Heaven's Door».
«Lo ha matado un escritor»,
sospechan uniformados.
«Y hasta derechos de autor
por el crimen ha cobrado».
¿Philip Roth, Milan Kundera,
Amos Oz o Murakami?
¿Asesinos de carrera?
¿O candidatos al Grammy?
Nadie sabe, nadie supo,
quién lo mandó hacia la tumba.
Ni si ya toca su grupo
abajo en las catacumbas.
Mientras tanto, Dylan sigue
pendiente de otros asuntos.
Dejó plantada a la Parca
en tierra de los difuntos.
«Esa clase de desplantes
no están bien en un fantasma»,
dijo la Muerte, tajante,
casi perdiendo la calma.
«Tengo que darte un aviso,
me lo piden con urgencia»,
insistió con el occiso,
agotando su paciencia.
—¿Me requiere la Academia?
¿Sigue insistiendo la Sueca?
—Es otra la que te premia:
«La Academia» en TV Azteca.
Noble Nobel el de este año.
O, tal vez, no ve el plebeyo.
Algunos huelen amaño,
otros validan el sello.
«Like a Rolling Stone» se canta
en el Cielo y el Infierno.
La Calaca se levanta,
Lucifer menea los cuernos.
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