Algunas
personas pueden saborear colores, ver sonidos, oír formas o palpar fragancias. En
estos casos los sentidos, tal como los conocemos, se mezclan entre sí. Todos
los anteriores son ejemplos de sinestesia. La sinestesia es una condición
médica en la cual la estimulación de un sentido resulta en la percepción
adicional de otra información sensorial. Vladimir Nabokov asociaba cada letra
del alfabeto con un color determinado.
Aparte
de su enorme talento como escritor, Nabokov era un ajedrecista consumado;
siendo además diseñador de problemas de esta disciplina, afición que alternaba
con otra igualmente curiosa: coleccionar mariposas (el género Nabokovia fue
nombrado en su honor).
En
«La defensa», Nabokov narra la asombrosa
historia de la obsesión y locura de Luzhin. Siendo un niño, Luzhin era desaliñado,
retraído y hosco; convirtiéndose así en el blanco predilecto de las burlas de
sus compañeros de clase. El desconcierto de sus padres se traduce en desinterés
y el aislamiento de Luzhin se hace mayor. Las circunstancias cambian cuando él descubre
en el ajedrez, el cual aprende a escondidas de su padre, un refugio para
escapar de la vida cotidiana. Gracias a su talento innato y la aparición de un
mentor dominante, con el paso de los años consigue la categoría de gran maestro
del ajedrez.
El
problema surge cuando en la mente de Luzhin, el ajedrez llega a suplantar la
realidad. Comienza a detectar (¿o a imaginar?) signos y patrones recurrentes en
su vida.
A
medida que su obsesión por el ajedrez crece, la salud de Luzhin se torna cada
vez más vulnerable. Mientras tanto, se involucra sentimentalmente con una joven
compasiva que padecerá junto con él las consecuencias de su alienación.
El
potencial de la no existencia del libre albedrío es el origen de la tragedia de
la novela. Luzhin se cuestiona si es él el director del tablero de ajedrez de
su propia existencia, o por el contrario, es el peón de la de otro.
Las
experiencias del propio Nabokov con la sinestesia le permiten describir magistralmente
un estado mental donde la confusión de sensaciones predomina. Por ejemplo, la
partida de Luzhin con el gran maestro italiano Turati:
«Por fin Turati se decidió por una determinada combinación, y en seguida una especie de tempestad musical recorrió el tablero, y Luzhin buscó empecinadamente una mínima nota clara que pudiera transformar a su vez en una estruendosa armonía».
Con
esta temprana obra maestra, escrita cuando el autor tenía solamente 30 años, se
confirma el status de Nabokov como uno de los escritores más importantes del
siglo XX.