A Nikola Tesla

De aquel cuarto misterioso,
salían rayos y chispazos.
La muerte lo halló curioso,
y allá dirigió sus pasos.

Encontró a un hombre sentado
que consultaba un volumen.
Este es el que no he encontrado,
voy antes de que se esfume.

—Te busco desde hace mucho,
casi desde la Cuaresma.
Quemé todos mis cartuchos,
astuto Nikola Tesla.

—Edison te habrá mandado,
para que acabes conmigo.
De veras que es un malvado,
yo creí que era mi amigo.

—En verdad que no eres lento,
descubriste a Thomas Alva,
me ha prometido un invento,
para cubrirme la calva.

—Lo flaca debía quitarte,
tus piernas son el problema,
las pobres van a quebrarse,
parecen fideos con crema.

—No te creí tan ‘Corriente’.
¿Con qué patanes ‘Alternas’?
‘Directa’ soy con la gente
que me critica las piernas.

—Mi honestidad es ‘Patente’,
ha sido siempre mi estilo,
no importa que me descuenten
la telegrafía sin hilos.

—Si eres un genio te pido,
me pongas en la cabeza,
cabello que me dé abrigo,
sólo eso me interesa.

Feliz la muerte ladina,
se acariciaba la nuca,
con alambre de bobina,
Tesla le hizo una peluca.

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