Ciudad desconocida


7 de septiembre de 1804.

Escribo estas líneas en las paredes de mi celda sólo para mantener la mente ocupada. Tengo tres días en cautiverio, soy Matías Carrasco, navegante experimentado. No puedo levantarme, las cadenas no me lo permiten. Desde el naufragio no he visto ni oído a mis captores, me asisten a través de una pequeña rendija. Me intriga el silencio que se cuela entre las rejas de la ventana.

12 de septiembre de 1804. 

Ayer desperté sin cadenas, seguro me las retiraron mientras dormía. Por la tarde me asomé por la ventana, lo que vi me hizo perder toda esperanza. Como único paisaje había mil, diez mil, o más ventanas idénticas a la mía y en cada una descubrí mi rostro tras las rejas. Yo como único habitante, yo como celador y prisionero, yo perdido en esta ciudad desconocida.

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